
Tú, y las redes sociales
Las redes sociales o las aplicaciones de teléfono sirven para estrechar lazos con el compañero, pero también para darle la espalda. Hay quienes se vuelcan tanto en ellas que acaban viviendo en un mundo virtual.
En 2015, Durex llevó a cabo una campaña publicitaria en la que anunciaba el lanzamiento de una revolucionaria tecnología capaz de dar un vuelco a nuestras vida sexual. Prometía unas relaciones más satisfactoria y un placer más intenso, era gratuita y podía funcionar en cualquier dispositivo. Sonaba bien, ¿sí? La rompedora técnica era el botón de OFF. Apagar el móvil, la tablet o el ordenador y plantarte cara a cara ante tu pareja. Un auténtico volcán en erupción. Para votar de contexto a la campaña, Durex se apoyaba en un estudio realizado por la Universidad de Durham, en el Reino Unido, donde se analizaba como las nuevas tecnologías habían influido en las relaciones de pareja. Los resultados de esta investigación sugerían que se había puesto el dedo en la llaga: el 40% de los encuestados reconocía haber pospuesto un encuentro sexual como consecuencia del uso de la tableta o el teléfono; puntuación mi tía practicar un nuevo tipo de coitus interruptus, el de parar un momento el lance amoroso para contestar una llamada; y no faltó quien confesó haber ido rapidito para acabar cuanto antes y poder seguir conectado al mundo virtual. Aunque reconociendo las limitaciones de este trabajo- una encuesta entre 30 parejas no es significativa-, no sirve de punto de partida para analizar un nuevo fenómeno: un Ménage à Trois que, de 5 años a esta parte, se libra en las alcobas de buena parte de la población, y en el que el tercero en discordia - concordia, como veremos más adelante- no tienes tú las erógenas,ni sentimientos, ni piel. Es pura electrónica.
La red lo cambio todo
«La tecnología ha llegado para quedarse», la hemos incorporado a todos los aspectos de la vida y ya está dentro de nuestras relaciones emocionales y sexuales. Llegan tiempos muy interesantes, que no tiene un equivalente previo. El último tercio del siglo XX, fuimos asistiendo a la democratización del teléfono, la televisión y la informática de consumo. Pero, en lo que se refiere a la que tenemos de interactuar con el mundo y con nuestros semejantes, la revolución vendría de la mano de Internet y, sobre todo, de lo que está en los móviles de última generación trajeron consigo: redes sociales, chats, aplicaciones y todo tipo de facilidades para practicar en línea cualquier actividad, como ir de compras, aprender un idioma, adoptar y yayo o ligar. En este terreno, nada es bueno ni malo en sí mismo. Se trata de una cuestión poliédrica en la que cada arista tiene su cara y su envés; podemos encontrar tanto aspectos positivos como negativos. Entre los primeros, los expertos coinciden en señalar que la tecnología facilita una nueva forma de establecer vínculos emocionales. Así lo explica la psicóloga y sexóloga clínica Irene Bedmar: «es muy habitual que las parejas dispongan de escaso tiempo compartido entre semana y los nuevos medios pueden ser un provechoso instrumento para mantener el vínculo afectivo. Los mensajes que motivan a expresar emociones y sentimientos positivos hacia el compañero sirven para reforzar la intimidad, la transparencia y la complicidad». Incluso un WhatsApp a tiempo puede resultar útil para desbloquear situaciones tensas en la pareja. Todo ello representa un auténtico lubricante emocional, o una trampa crucial.
Tus amigos también lo hacen
El ámbito sexual; «con frecuencia, uno tiene dudas acerca de si aquello que le interesa, le gusta o le preocupa entra dentro del rango de la normalidad.
Te preguntas: ‘¿Soy raro? ¿Seré un pervertido?. Pero entras en la red y descubres que eso no solo te ocurre a ti; le pones nombre y encuentras una comunidad. Lo normalizas.
Así, las nuevas tecnologías nos facilitan el inicio de una relación, hasta el punto de que Internet se ha convertido en una inmensa agencia de contactos, el mayor espacio online que hubiéramos podido imaginar. También nos permiten mantener el contacto en la distancia, gracias a herramientas como Skype, y sobrellevar el rutinario día a día con algo tan nimio como un emoticono.
Esa es la cara. Vayamos ahora con el envés. La primera fricción la encontramos en los tiempos. Los nativos digitales – todos aquellos nacidos a caballo entre los siglos XX y XXI- se han criado entre pantallas, teclados y redes sociales y, llegada la adolescencia, asumen con naturalidad con la presencia de la tecnología en sus escarceos amorosos. Para unos y otras es habitual retozar sin dejar de mirar el móvil. Pero entre los adultos de hoy hay ritmos muy diversos: no todos hemos abrazado con el mismo ímpetu Facebook, ni amamos los videojuegos, hoy estamos enganchados al WhatsApp.
No todos somos consumidores de porno en la actualidad, a pesar de que en la época de los 80 en España niños y niñas menores de edad se educaron también viendo en televisión dibujos animados en versión de pornografía: Blancanieves y los siete enenitos, Hansel y Gretel, Caperucita Roja, … Quizá esto les educó para ver el sexo como algo natural y sin tabú alguno de modo que, ha resultado ser una herramienta efectiva para no ser consumidores de pornografía llegados a la edad de adultos.
– ¿Cómo es tu experiencia en las redes sociales, cuál es el PRO y el contra?
–¿Cuándo caíste por primera vez y cómo en los engaños en las redes ?
–¿Cuántas ocasiones has perdido con tus amigos o familiares de compartir momentos y recuerdos por atender los chats y o curiosear en las redes sociales?
–¿Qué momentos estas perdiendo con tus hijos a causa de Internet?
-¿Cuál fue el momento en el que diste a tú hijo el móvil e incluso le pusiste la televisión para que estuviese entretenido y no te molestase…?
En este artículo yo ya he explicado mi experiencia en el siglo XX, mucho antes de que Internet nos manipulase en gran porcentaje, participa y contesta estas preguntas y añade si te apetece tu experiencia actual; seguro que si realizamos todos un feedback nos resultará muy divertido. Atrévete y participa.